La Medicina Integrativa (MI) se guía por los hallazgos científicos, combina en un concepto global significativo lo mejor de la medicina convencional y los procedimientos de la medicina complementaria, algunos de los cuales tienen miles de años de antigüedad.
Su objetivo es encontrar la mejor terapia individual para el paciente y reducir al máximo los efectos secundarios, siempre buscando mejorar la salud y no sólo atacar la enfermedad. Por lo anterior, la MI se centra en el paciente, está orientada hacia sus recursos individuales y activa sus poderes de autocuración. Despliega su fuerza especialmente allí donde la medicina aguda convencional alcanza sus límites: en la terapia de las enfermedades crónicas y en la prevención de enfermedades.
Para poder comprender los signos y síntomas que nos envía nuestro cuerpo debemos tener una visión ampliada del ser humano: mente – cuerpo – emociones y su relación con la naturaleza. De ahí que la Medicina Integrativa siempre busca las correlaciones y se aleja en su primer acercamiento de la súper especialidad e intenta comprender la integridad de todos los órganos y sistemas biológicos como una unidad.
La salud holística es un concepto según el cual el cuerpo, la mente y el espíritu se consideran un todo, o un organismo vivo completo; en el que la salud o la enfermedad de cada parte individual afecta al conjunto. En consecuencia, en lugar de utilizar la medicina para tratar áreas o funciones específicas del cuerpo, la medicina holística pretende mejorar la salud de todo el sistema cuerpo/mente y, en última instancia, hacer que también mejoren las áreas específicas y/o enfermas, siempre confiando en el poder de la autocuración individual y colectiva.
La salud holística no es más que un concepto según el cual el cuerpo, la mente y el espíritu se consideran un todo, o un organismo vivo completo, en el que la salud o la enfermedad de cada parte individual afecta al conjunto